domingo, 8 de octubre de 2023

Columna de Ajedrez (1)

 








  En cierta ocasión, sentados en la biblioteca el abuelo y yo, hablando sobre la naturaleza (entendida como la sustancia permanente y primordial que se mantiene a través de los cambios que sufren los seres), de libros, del árbol, de Ajedrez, y discutiendo sobre evolución y conocimiento y, quizá él pensando más en los propósitos de las piezas de su Ajedrez, se paró lentamente a tomar un libro, sabía dónde se encontraba cada uno, me miró... Con mucho respeto y cuidado al libro, lo abrió, llegó a la página sesenta y cuatro -en la que tradicionalmente guardaba sus secretos y valores-, extrajo de él un velero elaborado en papiroflexia y lo desdobló con especial atención. Pude ver que en su interior se destacaba su letra, y desde él me leyó lo siguiente con la mayor seriedad del caso.

  "Igual que los libros, antes de fungir como ficticios e inanimados fragmentos de madera, ellas fueron parte viva de un árbol, con propósitos e intenciones. Llevan, por tanto, el instinto de la conservación y la pervivencia. Así, hoy, taladas, divididas y reformadas para continuar el juego de la vida convertidas en Peones o Reinas de un Ajedrez o, como partes de una obra escrita, no pueden ser privadas de su esencia ni de sus cualidades primarias y originales. Manifiestan de esta manera, que la savia aún corre impetuosa por su interior cargada de información y conocimiento: reinas, estas dos, de la evolución. Demuestran que saben defenderse de las amenazas externas, transmiten al rival, o lector, la idea de solidez, extensión y forma . Como ramas, que de jóvenes se cruzaban con la arboleda vecina, trasfieren en herencia a los Alfiles el talante para fajarse en punzantes diagonales y transversales. Los troncos, que alguna vez crecieron en línea recta y vertical hacia arriba, heredan a las Torres y a las bibliotecas su imponencia y solidez. Sus flores, semillas y hojas, tal cual panteico Caballo alado del dios Zeus, Pegaso; brincan y vuelan, como el pasar de una página, como el particular movimiento del Caballo sobre el tablero. En general, el hermano árbol con su sombra y cobijo representa lo que bien puede ser un buen Rey, un Rey Ilustrado. No obstante, en su infinita bondad natural, representan un papel que jamás conocieron como aborígenes del reino vegetal y que no está en su ADN: el absurdo de la batalla, carácter secundario que sobre el damero, el cuadro de Ajedrez con sus escaques; le impregna el Homo sapiens. ¿Es natural el comportamiento monstruoso o lo ha creado la naturaleza? Quizá la respuesta depende de si la sociedad está ligada a la naturaleza o se encuentra separada de ella".


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